miércoles, 12 de octubre de 2011

Manuel González en Moscú


Manuel González en Moscú


Manuel González
La actual situación que se vive en la Federación Rusa trae a mi memoria ese episodio que vivimos en México a inicios del Porfiriato, la presidencia de Manuel González, alias “El Manco González”. Este general de la Guerra de Reforma era compadre e íntimo amigo de Porfirio Díaz. En aquel tiempo, Porfirio Díaz dejaba la presidencia después de haber permanecido en ella solamente un periodo de cuatro años, ya que el mismo Díaz había liderado una revolución cuyo lema era “No Reelección” (¿les suena?); por lo tanto, al acabar su primer periodo presidencial, hubiera sido sumamente incongruente por parte del general Díaz el pretender reelegirse como presidente, cuando precisamente él provenía de un movimiento cuyo lema era la "no reelección".

La solución mas lógica a la que llego Díaz fue la de entregar la presidencia a su compadre Manuel González; como lo que estaba prohibido era la reelección inmediata, si dejaba pasar un cuatrienio perfectamente podía ser presidente de México otra vez. Y así fue: Manuel González “ganó” las elecciones, y asumió la presidencia del país. Su presidencia fue sumamente gris y sin complicaciones; al terminarse, González le entregó la presidencia a su compadre Don Porfirio. Manuel González se retiró a Guanajuato a vivir la Dolce Vita, ya en su segundo mandato Porfirio Díaz eliminó la prohibición a la reelección, prohibición que años atrás él mismo había impulsado. Díaz se quedó en la silla por 30 años hasta que lo tumbaron en la Revoluciónl; sin embargo, la imagen que dejo Manuel González fue la de un pelele de Díaz (y con justa razón), tanto que su nombre se convirtió en sinónimo de simulación y servilismo.

¿Por qué digo que Manuel González anda de paseo en Moscú? Pues la respuesta es muy fácil: en pleno s. XXI, Rusia atraviesa una situación igual a la que México vivió con Díaz y Manuel González, solamente que los protagonistas son los rusos Vladimir Putin y Dimitry Medvedev. Este dúo trata de perpetuarse en el poder utilizando formas que son inaceptables para una democracia moderna.

Cuando cayó la antigua Unión Soviética, Rusia se convirtió en la Federación Rusa, un país aparentemente democrático y capitalista, encabezados por el hombre que logro sacar al PRI de los Pinos……… digo, sacar a los comunistas del Kremlin. Ese hombre era Boris Yeltsin, un líder sumamente carismático y fuera de lo común; rompió la seriedad y frialdad de los antiguos dirigentes soviéticos, bailaba, cantaba, hacia giras, platicaba con la gente... En pocas palabras, era todo un fenómeno cultural. Sin embargo, sus resultados como presidente fueron pésimos, la economía rusa se hundió, la corrupción se disparó, el poderío militar de Rusia quedo convertido en una sombra de lo que había llegado a ser.. ya no tenían dinero ni para lanzar satélites.

Las fallas en su gobierno, aunadas a su mala salud, obligaron a Yeltsin a renunciar y entregarle la presidencia de Rusia a un hombre desconocido a nivel internacional, un ex agente de la policía secreta de Rusia, la KGB. Su nombre: Vladimir Putin.

Putin gobernó Rusia durante dos periodos seguidos (lo máximo permitido por la constitución de Rusia) con un éxito sorprendente: levantó al imperio caído de sus cenizas y lo convirtió en una de las naciones con el futuro más prometedor del mundo; gobernó Rusia con puño de hierro, a la usanza de los zares y de Stalin. Las libertades en Rusia fueron poco a poco acabándose, pero eso sí, la economía a todo lo que da, lo cual hizo que el pueblo ruso viera a Putin como su salvador.

Dimitry Medvedev (izquierda) y Vladimir Putin (derecha)
A pocos les importó que las grandes empresas del estado soviético quedaran en manos de una oligarquía de empresarios corruptos, los cuales de la noche a la mañana se convirtieron en los nuevos ricos y amos del país; a pocos también les importó que el crimen organizado de Rusia acaparara cada vez más espacio y fuera débilmente combatido, llegando la mafia rusa a ser la organización criminal mas poderosa del mundo. Todos estaban felices porque Putin hacía que Rusia marchara como México con Echeverría: “Arriba y Adelante”.
                                                                   

El éxito de Putin solamente estaba limitado por un pequeño detalle: ya se le estaban acabando los dos periodos que por mandato constitucional podía gobernar a Rusia. Por lo tanto, utilizando su propia popularidad, Putin impulsó como candidato presidencial a su mano derecha, Dimitry Medvedev, quien había fungido como primer ministro durante el gobierno de Putin (algo así como el Secretario de Gobernación en México). Medvedev ganó la presidencia de Rusia con un amplio margen de votos, ya que no tuvo ningún contrincante serio (nadie se atrevió a contradecir a Putin) y nombró como su primer ministro a Vladimir Putin. Hicieron un verdadero enroque en sus cargos; con este enroque, Putin quedaba como subordinado de Medvedev, algo que nadie podría creer que fuera así. Medvedev ha gobernado durante sólo un periodo de los dos que la constitución rusa le permitía, y ya anunció que no tratara de reelegirse, que apoyará a Putin para que vuelva a ser presidente de Rusia y Medvedev vuelva a ser Primer Ministro. El propio Medvedev ha comentado que Putin es más poderoso y popular que él, por lo cual agachará la cabeza y le entregará la silla a su jefe, haciendo un verdadero ridículo internacional como en su tiempo lo hizo Manuel González.

Ahora que Putin vuelva a ser presidente de Rusia, probablemente modificará la Constitución para reelegirse de manera indefinida, lo cual es un claro retroceso en un país donde no hay libertad de prensa y donde el gobierno persigue sistemáticamente a sus opositores, constantemente violando todos sus derechos humanos. Pero en Rusia, el policía protector de los derechos humanos del mundo, Estados Unidos, ni se atreve a molestar a Putin (el diablo sabe a quién se le aparece), ya que Putin está sentado sobre un arsenal de 27,000 bombas nucleares que podrían borrar a Estados Unidos del mapa en segundos (llevándose a México entre las patas). Entonces, Estados Unidos prefiere ver de lejecitos cómo Rusia poco a poco se convierte en un estado dictatorial. Que lástima, poco les duró la libertad a los rusos, si es que alguna vez la tuvieron. Pero como los que apoyaban a Pinochet cuando alguien se quejaba de la falta de democracia en Chile, siempre contestaban con esta frase: “¿Pero y que tal la economía?”, en Rusia pasa lo mismo; la gran mayoría del pueblo ruso prefiere verse rico a verse libre. Error. Ojalá puedan desmantelar el dúo Putin-Medvedev antes de que sean verdaderamente inamovibles; siempre es sano que los gobiernos cambien y se renueven. De lo contrario, en el 2035 Vladimir Putin seria el nuevo Stalin y Medvedev habrá pasado a la historia como el Manuel González de Moscú.

STB.

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